Cómo mejorar las defensas de tus hijos
¿Eres de las
que adoran el otoño o cuentas los días para que termine? En cualquiera de los
dos casos, si tienes hijos ya sabrás que en esta estación toca reforzar su
salud para que el frío, los madrugones y los virus que pululan por el ambiente
no les afecten.
David
Ruiz. Asesora: Martá Simó, pediatra del servicio de Pediatría del Hospital Sant
Joan de Deu, de Barcelona. 16-09-2014
Mamá, toma nota: bacterias y virus encuentran el hábitat ideal en nuestro
cuerpo cuando detectan que el sistema inmunitario ha bajado la guardia. Y los
niños están especialmente expuestos. “Hay dos tipos de inmunidad, la natural y
la adaptativa, que es la que se desarrolla al entrar en contacto con la
infección”, explica Marta Simó, pediatra del Hospital Sant Joan de Deu de
Barcelona. El sistema inmunitario identifica, destruye y crea una memoria para
clasificar a los agentes externos. “Pero los niños, a diferencia de los
adultos, tienen esta memoria en blanco, inmadura”, añade.
Para confirmarlo, un dato: se calcula que un niño sano puede padecer unos
diez procesos infecciosos al año (la mayoría, leves), muchos de ellos en otoño
y en invierno. ¿La buena noticia? Que puedes prevenir bastantes reforzando la
salud de tu hijo.
COMER PARA ESTAR FUERTE
Nada influye más en las defensas naturales que una dieta sana y
equilibrada. Incluye hidratos de carbono como principal fuente de energía,
proteínas en la proporción justa y un bajo consumo de grasas saturadas. Y,
claro, mucho líquido. El otoño es ideal para dar al niño frutas de temporada
como uvas, naranjas o granadas. Y no olvides el hierro, que fortalece sus
defensas. “Un filete de carne roja es un estupendo aporte”, cuenta Simó.
Además, los probióticos, presentes en los productos lácteos, protegen su flora
intestinal.
¡HURRA POR LAS VITAMINAS!
¿Sabías que son imprescindibles para aprovechar la energía de los
alimentos? La estrella del otoño es la C, en cítricos y en vegetales. Tu hijo
necesita unos 200 mg diarios, no más. Y no tiene sentido que se la des en
exceso, ya que su organismo expulsará la que no necesite. La vitamina E es
antioxidante y está presente en el aceite, los frutos secos, el huevo o el
trigo. La vitamina A protege la piel, la primera barrera del sistema
inmunológico; está en el atún o las zanahorias, por ejemplo. Y la D, gran
inmunorreguladora, permite absorber el calcio y el fósforo. Para que no le
falte, sácale al parque a disfrutar de la luz.
¡A LAVARSE LAS MANOS!
Es una norma de higiene y, también, una forma de evitar que los gérmenes
ganen la batalla a su sistema defensivo. Antes de exigirle que lo haga, piensa
si tú le das ejemplo. Sin él, ninguno de los consejos que le des servirá de
nada. “No sólo por higiene, sino como un mecanismo de aprendizaje”, dice la experta.
HIGIENE, LA NECESARIA
En efecto, la higiene resulta esencial pero el exceso no conviene. Está
demostrado que obsesionarse con lavar demasiado a un niño puede perjudicar el
pH de su piel y predisponerle a sufrir alergias y atopías. Y lo mismo ocurre con
la esterilización de sus biberones y chupetes. “A partir del sexto mes, incluso
antes, basta con lavarlos con agua y jabón”, añade Marta Simó. El contacto con
el mundo real ayudará a tu hijo a inmunizarse mejor y más rápido.
¡QUÉ GUSTO VERLE DORMIR!
Los recién nacidos pueden dormir hasta 18 horas al día, a los 12 meses
suelen descansar unas 14 horas y a partir de los 4 años, les basta con unas 9
horas. El sueño es esencial para mantener un buen sistema de defensas. Se ha
demostrado que los niños que no duermen adecuadamente son más propensos a
sufrir enfermedades del sistema respiratorio, entre otros trastornos. “El mejor
termómetro para saber si tu hijo ha descansado lo suficiente es su estado de
ánimo al despertar. Si está irritable o se frota los ojos, tal vez necesite
descansar más”, cuenta la doctora.
LA LUZ DEL SOL, UNA ALIADA
La serotonina varía según la cantidad de luz solar: cuanto más altos sean
los niveles, mejor es el estado de ánimo, según han puesto de manifiesto
numerosos estudios que relacionan de manera directa los efectos de la luz con
las emociones positivas. Y eso redunda siempre en unas mejores defensas.
Además, como ya te hemos contado, la exposición a la luz del sol (no al sol
directamente), siempre con la protección adecuada y evitando las horas
centrales del día, ayuda a sintetizar la vitamina D, esencial para el
crecimiento. España es un país con muchas horas de sol al día, aprovéchalas
para salir con el niño, llevarle al parque...
Y EJERCICIO FÍSICO
La actividad física es fundamental para las defensas de tu hijo, pero sin
caer en el exceso y eligiendo las horas más convenientes, para evitar que le
excite en lugar de relajarlo. Es muy buena opción que lo estimules con
ejercicios diversos; anímale a que gatee, corra, pedalee o nade. Cualquier
actividad que implique movimiento fortalece su cuerpo, elimina su estrés y
refuerza sus defensas.
EL SECRETO ESTÁ EN LA FELICIDAD INTERIOR
Ya nadie duda de que el buen humor es un excelente aliado para una vida
feliz y que esa felicidad redunda en una mayor fortaleza. La OMS define la
salud no sólo como bienestar físico sino también psíquico. “Reírse y estar de
buen humor beneficia a la salud de los niños”, asegura Marta Simó. Cuando tu
hijo está animado, contento e ilusionado segrega endorfinas y estás ayudan a la
creación de leucocitos naturales que combaten las agresiones del exterior. Por
eso, “la risa es una terapia perfecta para aumentar las defensas de los niños”,
insiste la doctora. La vuelta al cole le puede provocar cierto estado de ansiedad
y nada es mejor que animarle a que se ría para combatir esa situación de
estrés. Otra manera de reforzar su sistema inmunológico es a través del
contacto directo. Las caricias, los arrumacos, los besos o los susurros son un
estupendo remedio. No dejes nunca de ponerlos en práctica.
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